Adiós Twitter: Un repaso a mi vida twittera
Abrí mi cuenta en la red social en Noviembre de 2009.
En aquellos días, Facebook era la red social que usaba. Tenía mi vida compartida con amigos y familia. También los juegos dentro de la plataforma eran algo recurrente. Cuando no tenías notificaciones, Farmville y otros te hacían entrar y pasar el tiempo en la red social de Zuckerberg.
Sin embargo Twitter era fresco, limitado en palabras, rápido… Mucha gente relacionada con informática estaba allí dentro y eso me gustaba, porque compartían enlaces y páginas.
Rápidamente, la red de Jack Dorsey sustituyó a Facebook en mi tiempo libre.
La gran cantidad de publicidad que fueron introduciendo en, cada día menos interacción con las personas y cambios caóticos en la interface web me hicieron alejarme en favor del pájaro azul.
La red social azul era un pasatiempo, pero nada más. Sin embargo, mi entrada en GNU/linux, allá por 2013, fué clave. Twitter era todavía un nicho de gente informática y me ayudó mucho a dar el salto. Preguntaba a la red y desconocidos me animaban y aconsejaban. Era maravilloso.
Sin embargo, todo empezó a torcerse. Empezó a registrarse gente ante la decadencia de Facebook y también las marcas comerciales vieron el gran potencial. Políticos como Donald Trump, orquestaron su campaña presidencial en la redes sociales. Además se modificó el algoritmo para beneficiar a las marcas porque «Twitter no era rentable«.
En 2017, Twitter volvió a cambiar el algoritmo, ésta vez subiendo de 140 caracteres a 240 por twitt. Había más espacio para crear, pero los primeros que lo aprovecharon fueron las marcas con mil enlaces…
Las campañas de cierto espectro político establecieron su estrategia en las redes sociales, especialmente en Twitter. La red social estaba cambiando a peor, pero no había otra igual. Asomaba algo, una tal Mastodon, pero se adivinaba otro intento de copia.
Me registré en esa nueva red social en 2019 y estuve activo, pero la interacción era escasa. Era como Twitter, pero sin gente. Sin embargo, no dejé de usarla. Cada pocos días arrancaba WhaleBird, un cliente para GNU/linux e intentaba encontrar mi sitio en aquella red social «para frikis».
El algoritmo del pájaro azul empezó a sesgar información, no sé si intencionadamente, dejando fuera a una parte del espectro político. Las hordas políticas cebaban la red con miles de mensajes, la mayoría de un sesgo definido. Siempre me había gustado el formato de Twitter, pero hacía tiempo que no estaba muy activo. Tampoco en Mastodon entraba asiduamente.
En 2022, tirado en la cama con mi lesión de espalda, leí que el cliente oficial de Mastodon para Android fué liberado. Rápidamente fuí a instalarlo en mi teléfono, logueé mi cuenta y se abrió algo «nuevo» delante de mí. Había más vida, muchas cuentas en castellano, mucha interacción…. y ahí me quedé.
Pocos meses después, un niño mimado llamado Ellon Musk, podre de dinero heredado fruto del esclavismo, se hizo con las riendas de la red social por una cantidad desorbitada.
Con ello descubrimos que los super-empresarios que parecen guays, son lobos con piel de cordero…. Con aquello y huyendo de lo que se avecinaba, la red de frikis Mastodon creció enormemente y gracias a las ocurrencias de Musk, se lleno de «exiliados», hasta convertirse en una alternativa real.
Desde entonces no he usado mi cuenta azul, ahora X, para nada más que puntualmente, buscar algún twitt o foto colgada años atrás. Hubo un intento con Nitter, sin entrar realmente en la red social, pero ni me sentía cómodo ni (creo) duró demasiado. Musk cambió la API y se cargó el proyecto.
X se ha convertido en una red social llena de odio, de fanatismo. El algoritmo parece que lo beneficia y promociona. Pierdo de seguir a mucha gente interesante, blogs geniales, e incluso marcas que se lo curran, pero por mucho que limpies tu «cartera», todo huele mal.
Adiós Twitter. Fué bonito.
PD. Éste artículo fué escrito a finales de 2023, pero no he dado el paso hasta ahora.